martes, 6 de noviembre de 2012

Equilibrio y meditación

En la naturaleza todo tiende al equilibrio. En nuestro cuerpo, como parte de la naturaleza que es, sucede lo mismo, a esto se le llama homeostasis. Es una dinámica de fuerzas y reacciones químicas que mantienen estable el medio interno.Maestro Kosen


Pero este balance es dinámico. Equilibrio que se desequilibra y se vuelve a equilibrar adaptándose a la nueva situación, mant eniendo el sistema dentro de constantes que le permiten funcionar.
Generalmente no es algo de lo que nos ocupemos, ya que el sistema que se encarga de equilibrar el cuerpo y las funciones vitales funciona mayormente de forma inconciente. De manera que habitualmente no llevamos la atención a las posturas que el cuerpo ad opta o a la manera desequilibrada de pensar (ambas están relacionadas).
Una cosa es cierta, la postura del cuerpo y el estado mental están vinculados.
La posición del cuerpo en el espacio, particularmente la cabeza, envía información permanentemente al sistema de equilibrio, para ajustar el cuerpo al eje vertical y que no se tuerza o caiga.
Complejos mecanismos y múltiples interconexiones gestionan información proveniente de todos los niveles y controlan de manera dinámica el equilibrio.
Es que, incluso la más sutil de las reacciones químicas de la célula está íntimamente ligada al resto del organismo, y a este como cuerpo físico y su relación con el espacio. (ver post: 14/5/11 y 18/5/11).
Como cuerpo y mente no están separados, las posturas que adopte el cuerpo influirán de manera determinante en la psiquis y en las emociones de la persona.
La relación con el centro de gravedad del cuerpo, y el eje vertical es fundamental para el equilibrio de las constantes fisiológicas del organismo y la actitud mental.
Según las posturas que se adopten, se percibirá una realidad acorde, ya que la conciencia y el cuerpo son lo mismo (aunque de aspecto diferente).
Por esto adoptar posturas equilibradas es fundamental.
Zazen, la postura de meditación zen, es la postura más estable que puede adoptar un ser humano, por más tiempo y con menos esfuerzo. (ver zen y salud). Y aunque está claro que zazen no es una gimnasia ni una terapia, si no una postura de autoconocimiento y despertar espiritual, esto es posible gracias al equilibrio del cuerpo-mente.
A esta condición de normalidad se le llama punto cero.
El equilibrio es la cancelación de todas las fuerzas entre sí. Ninguna predomina. Esto es el punto cero. Cualquier manifestación representa un desequilibrio, una diferencia.
Por eso la enfermedad es un desequilibrio. Nos acordamos del cuerpo cuando este duele. Pensamos en nosotros cuando somos infelices o egoístas. Con salud y felicidad, uno se olvida más fácil de si mismo, es la mejor manera de trascenderse y aprender.
Las contradicciones y sufrimientos de la vida se corrigen encontrando el equilibrio.
Para la mente es muy difícil equilibrarse a si misma, ya que generalmente esto provoca más agitación. El pensamiento se equilibra con el no pensamiento. Así que empezamos por el cuerpo, lo equilibramos, llevamos la concentración a la postura y la mente se armoniza a esta nueva condición.

 El sistema de equilibrio
El equilibrio de la postura corporal es el resultado de la información que llega de tres lugares distintos: el sistema vestibular, el sistema propioceptivo y la vista.
La información que llega (vías aferentes) se integra a nivel del tronco encefálico y el cerebelo, interviniendo también la corteza cerebral (lóbulos frontal, parietal y occipital). La información integrada provoca diversas reacciones motoras (vías eferentes) tendientes a equilibrar el cuerpo de acuerdo al cambio de posición de este con respecto al espacio.
El sistema vestibular Informa de la posición de la cabeza en relación con el suelo.
Esta situado en el oído interno, junto a la cóclea (órgano de la audición).
Debido a su forma (posee 3 conductos semicirculares de cada lado), recibe señales de los 3 planos (frontal, vertical y horizontal). Estos conductos están recubiertos en su interior por receptores especializados (células sensoriales) que poseen cilios (pelos) bañados por un líquido viscoso (endolinfa).
De acuerdo al movimiento y a la posición de la cabeza la endolinfa se mueve, moviéndo los cilios, estimulando los receptores, los cuales generan impulsos nerviosos que llegan hasta el cerebelo y al tronco encefálico con importante influencia de la corteza cerebral. La información se integra y se envían señales que van hacia la médula espinal y de ahí al sistema neuromuscular periférico para adaptar la postura a una nueva condición de equilibrio.
El cerebelo a su vez interviene en el control del tono muscular.
En la postura de zazen la cabeza reposa en equilibrio sobre los hombros, por lo que el sistema vestibular reposa y se armoniza con la posición de equilibrio estable. Al disminuir las señales se desactiva el circuito bioeléctrico con la corteza cerebral y el control voluntario de los músculos. Esto provoca una disminución de la actividad cortical y del pensamiento conciente y una activación del cerebro profundo e inconciente. Lo que favorece el tono muscular de la postura y la concentración mental.
El Sistema Propioceptivo es un conjunto de receptores y nervios que proporcionan información sobre el funcionamiento armónico de músculos, tendones y articulaciones: interviene en el desarrollo del esquema corporal y en la relación del cuerpo con el espacio.
A diferencia de los seis sentidos con los que percibimos el mundo exterior (visión, gusto, olfato, tacto, audición y equilibriocepción), la propiocepción es un sentido por medio del cual se tiene conciencia del estado interno del cuerpo.
Durante zazen al prescindir de los sentidos externos, la propiocepción aumenta, con lo que mejora el control de la postura y nos permite ser concientes más fácilmente del estado interno y de los desequilibrios posturales, y así poder corregirlos.
Esto se relaciona también con un aumento de la atención sutil y de la concentración. Estas dos cualidades superiores del espíritu están evidentemente ligadas a la postura del cuerpo y a la posición de la columna vertebral y de la cabeza.
Cuando la postura es inmóvil y estable, la mente se vuelve calma y estable
El tercer componente: la vista, al igual que el resto de lo sentidos, reposa durante la práctica de zazen.
En la postura de meditación zen no se mira hacia fuera. Los ojos están entre abiertos y la mirada posada a 45º y aunque no se está cortado del exterior, no se fija la vista en nada.
Al recibir el cerebro menos señales del entorno, se produce un reposo de la corteza occipital y de todas las vías ópticas incluidos los ojos. Esto además de favorecer el equilibrio de la postura permite crear una realidad interior más rica, ya que se integra nueva información (y energía) proveniente del propio cuerpo, mejorando además la visión, ya que los pequeños músculos que controlan al ojo, recuperan su tono normal. Por otra parte los ojos descansan de un medio visual normalmente saturado de estímulos.
La práctica de zazen es un método excelente para encontrar el equilibrio en la vida cotidiana y aprender a trascender la mente ordinaria.
Tener la columna vertebral erguida y la cabeza en equilibrio es una cuestión de evolución.
Es un despertar de la conciencia.

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