miércoles, 12 de diciembre de 2012

Rezar por el ayer


En julio de 2000, Leonard Leibovici, profesor de medicina interna en Israel y experto en infecciones hospitalarias, realizó un estudio sobre el efecto de la oración curativa con 3393 adultos que habían desarrollado una infección en la sangre durante su estancia en el Centro Médico Rabin. Preparó un riguroso protocolo, usando un generador de números aleatorios para dividir a los participantes en dos grupos, sólo uno de los cuales sería objeto de oraciones, y con un impecable sistema doble ciego: ni los pacientes ni el personal del hospital sabían quién estaba recibiendo tratamiento -de hecho, ni siquiera conocían que se estaba realizando un estudio-. Los nombres de todos los pacientes que estaban en el grupo de tratamiento fueron entregados a un grupo de oración que rezó por la salud y la plena recuperación del conjunto de enfermos que le habían sido asignados.

Leibovici estaba interesado en comparar tres resultados entre el grupo que fue objeto de oración y el que no lo fue: el número de muertes en el hospital, el tiempo total de estancia en el hospital y el tiempo de duración de la fiebre. Al analizar los resultados, empleó varias medidas estadísticas para evaluar la importancia de cualquier diferencia. Como suele suceder, el grupo de control tuvo una mortalidad del 28,1% frente al 30,2% del otro grupo, la diferencia no fue estadísticamente significativa. Lo que sí fue científicamente revelador, sin embargo, fue la gran diferencia que hubo entre el grupo que fue objeto de oración y el grupo de control en lo que respecta a la severidad de la enfermedad y el tiempo de curación. Las personas que fueron objeto de oración tuvieron una fiebre de mucha más corta duración, pasaron menos días en el hospital y se recuperaron más rápido que las del grupo de control.

El tema de las investigaciones de Leibovici -los efectos curativos de la oración- no era desde luego ninguna novedad. Pero su estudio presentaba un giro que sí era novedoso. Los pacientes habían estado en el hospital entre 1990 y 1996, de cuatro a diez años antes que el experimento de oración se realizase. La oración se realizó en el año 2000 pero sus resultados influyeron en personas que habían estado enfermos años antes.

4 comentarios:

  1. No entiendo cómo influimos en el pasado

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  2. No entiendo cómo influimos en el pasado?

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  3. No entiendo cómo influimos en el pasado?

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    1. Bueno, creo que es un poco tarde para darte la respuesta. Se trata del mundo cuántico, donde el pasado futuro y presente no respetan las mismas leyes físicas nuestras. Según esta teoría, tu yo del presente está conectado con tu yo del futuro y con tu yo del pasado dentro de una posibilidad ( padecer una enfermedad) y cualquier efecto en el aquí repercutirá en el allá

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